miércoles, 18 de marzo de 2009

Natasha Richardson, la actriz que brilló en Broadway


Natasha Richardson, el penúltimo eslabón del clan Redgrave, desarrolló una carrera artística marcada por la profesionalidad, la elegancia y la discreción, valores que le pusieron a las órdenes de Paul Schrader o Volker Schlöndorff en cine y que le reportaron un Tony en teatro. Esta trayectoria se ha visto truncada por la caída que la actriz sufrió el lunes en las pistas de esquí de Mont-Tremblant, en Québec (Canadá) y que, pese a su aparente levedad, le causó la muerte a los 45 años. Richardson siempre arrastró el peso de ser hija de una de los miembros fundadores del "free cinema" inglés, Tony Richardson, y una gran dama de la escena y el cine británicos, Vanessa Redgrave, y con una carrera cinematográfica notable pero nunca brillante. Allí consiguió la difícil tarea de reinventar el personaje de Sally Bowles, la protagonista de Cabaret de Bob Fosse, el cual le reportó el máximo galardón del mundo teatral en 1998 y la consagró como una actriz polifacética. Además del peso de sus dos apellidos -sus abuelos, su hermana y su tía también eran cineastas. Versión perfeccionada de la belleza intelectual de su madre, Natasha (Londres, 11 de mayor de 1963) desembocó en el cine desde niña en papeles infantiles en películas dirigidas por su padre e interpretadas por su madre, como The Charge of the Light Brigade (1968) o protagonizadas por su padrastro, Franco Nero, La Polizia incrimina la legge assolve (1973). Sin embargo, sus primeros trabajos en el teatro inglés -en obras como La gaviota, de Chejov, o Hamlet, de Shakespeare- la consolidaron como la joven promesa que llamó la atención de los directores más prestigiosos de los años ochenta, iniciando una carrera que, en cambio, creó más expectativas que resultados. Uno de sus primeros papeles relevantes fue en la película Gothic (1986), de Ken Russell, en la que interpretó a la escritora Mary Shelley, para después trabajar con Paul Schrader, que le dio el protagonismo absoluto de Patty Hearst (1988). Con esta película, que concursó en el Festival de Cine de Cannes, inició una relación profesional con Schrader, que volvería a contar con ella en The Comfort of Strangers (1990), basada en la novela de Ian McEwan y con guión de Harold Pinter y por la que fue reconocida como la mejor actriz británica por el Evening Standard. Ese mismo año -en el que también estrenó Fat Man and Little Boy junto a Paul Newman-, el alemán Volker Schlöndorff le dio un doble papel en The Handmaid`s Tale, arropada por Faye Dunaway y Aidan Queen. Redondeó la temporada en diciembre al contraer matrimonio con Robert Fox, productor de cine y perteneciente a otro clan cinematográfico -hermano de Edward y de James-, del que se divorció tres año después.
Se casó el 3 de julio de 1994 y del enlace nacieron sus dos hijos: Michael Richard Antonio, que actualmente tiene trece años, y Daniel Jack, de doce. Dado que en el cine sólo le ofrecían papeles como el de comparsa de Lindsay Lohan en The Parent Trap (1998), Richardson recondujo su talento hacia Broadway, donde encarnó personajes legendarios como la mencionada Bowles o Blanche Du Bois de A streetcar named desire. Tomó las riendas de una producción que protagonizó y que, bajo el nombre de Asylum, se puede considerar su último logro en la gran pantalla. La película, aunque dividió a la crítica en el Festival de Berlín de 2005, le volvió a reportar el premio Evening Standard a la mejor actriz británica. Sus títulos posteriores, en cambio, volvieron a pasar desapercibidos: The White Countess fue más un encuentro familiar -con su tía Lynn y su amigo Ralph Fiennes- que un título destacable. Su última película fue un título que hace poca justicia a su carrera: la comedia al servicio de la sobrina de Julia Roberts, Emma Roberts, Wild Child (2008).

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