jueves, 9 de abril de 2009

Con lluvia, arrugas, pirotecnia y rock duro, Kiss deja su marca en Río


La legendaria banda estadounidense de heavy Kiss, a pesar de sus arrugas, dejó su marca el miércoles en Río de Janeiro con un incendiario concierto que obvió momentos de fuerte lluvia y entusiasmó a unos 15.000 fieles. Durante menos de dos horas Kiss tomó por asalto la Plaza de la Apoteosis, ubicada en la 'catedral' de la samba y el Carnaval carioca, para convertirla virtualmente en el 'templo del rock' con un concierto marcado por abundante pirotecnia, vistosos efectos y 20 grandes éxitos de su carrera. Esta fue la cuarta visita de Kiss a Brasil enmarcada en su gira 'Kiss alive 35', que conmemora 35 años de carrera, con los dos miembros fundadores arañando la vejez, el guitarrista Paul Stanley (57) y el mediático bajista Gene Simmons (60). Los rockeros oriundos de Nueva York ya eran de por si atracción imperdible por sus caras cubiertas de cargado maquillaje, vestuarios futuristas de ajustados trajes repletos de brillos, botas plateadas de plataformas y en el caso de Simmons una pesada armadura y un bajo en forma de hacha.
A ello se sumaron andanadas de explosiones, humo y fuegos en el escenario, coloridos juegos de luces, lluvia de confeti y pirotecnia detrás del palco, además de las ya tradicionales exhibiciones de lengua de Simmons, sus escupidas de llamas y sangre falsa. El derroche de show visual no minimizó la presentación musical, pues volviendo a sus raíces Kiss exhibió un rock crudo, contundente, con sus grandes éxitos, básicamente de su álbum en vivo 'Alive', que fueron coreados en masa y sin vacilar por los fanáticos adeptos.
"¡Queremos Kiss, queremos Kiss!", gritaba la multitud a poco del inicio del show mientras alzaba sus manos haciendo los clásicos 'cuernos' del heavy metal. "¡Querían lo mejor. Tienen lo mejor!", gritó Stanley y entonces los enmascarados rockeros salieron con energía arrasadora al escenario para iniciar con los viejos temas 'Deuce' y 'Strutter'. Como un político en plena campaña o sagaz diplomático metido a showman, Stanley supo comunicarse y manejar a gusto a su público, al que metió en el bolsillo cuando salió sobre el final con una bandera brasileña gritando: "Rio we love you (Río te amamos)".
No faltaron varias jóvenes fans que expresaron su pasión lanzándole sus sostenes, exhibidos luego con orgullo por Stanley.
Ni siquiera en la mitad del show, cuando cayó un verdadero aguacero, los fans flaquearon y siguieron saltando y cantando. "No nos importa la lluvia, vamos a seguir", dijo Stanley con aprobación absoluta de los miembros de la 'Kiss Army' ('Ejército de Kiss'), como se denomina al club de fanáticos en el mundo.
Fanáticos de varias generaciones, desde niños hasta adultos, demostraron su religiosidad luciendo camisetas del grupo y no fueron pocos los que llegaron maquillados como sus ídolos. "Fue el mejor show que vi en mi vida, valió cada centavo que pagué", exclamaba entusiasmado tras el concierto un fan ataviado con una camiseta de la banda y un maquillaje casi perfecto imitando a Simmons. El comentario no es un detalle menor: los adeptos debieron pagar entre 170 reales (unos 77 dólares) por las entradas populares y 350 reales (159 dólares) por la platea VIP.
Kiss volvió a tocar en Brasil después de 10 años de su último show. Su gira sudamericana iniciada en Chile incluye además a Argentina, Colombia, Perú y Venezuela. El martes pasado Kiss reunió a más de 35.000 personas en otro show en la mayor urbe brasileña, Sao Paulo

No hay comentarios:

Publicar un comentario